David Oubel, conocido como el filicida de Moraña acabó con la vida de sus dos hijas con una sierra radial y un cuchillo de cocina. Tenían 4 y 9 años.

El acusado, que las había drogado para evitar que se defendieran, reconoció los hechos en el juicio mientras el fiscal rompía a llorar al solicitar la primera pena permanente del país.

La segunda condena llegaba hace poco más de un mes. Un joven canario de 24 años mató al abuelo de su novia que sufría una discapacidad.

El jurado popular de la audiencia de Álava dictaminó que Daniel, profesor de música, no tenía sus facultades mermadas cuando arrojó por la ventana a la pequeña Alicia, de 17 meses. Era la hija de su pareja a la que también intentó matar. En la bebé vio, según su declaración, la semilla del mal.

Aludieron a la misma consciencia que tenía Marcos, un padre que acabó con la vida de su hijo de 11 años con una pala. Montó al menor en el coche, lo llevó a un paraje apartado y lo apaleó en la cabeza varias veces hasta provocarle la muerte. Quiso enterrarlo pero al estar la tierra dura acabó dejándolo tirado en el suelo.

Tres de las cuatro condenas se han dictado en el mes de septiembre. Todas ellas han anunciado que recurrirán.