Un desfibrilador en la playa es el deseo de muchos socorristas que saben que la inmediatez puede salvar vidas, como explica el jefe de puesto de la playa de Canela, Juan Rodríguez: "Si pasan cinco minutos, la eficacia en la parada se baja muchísimo el porcentaje de éxito".

Pese a la reciente muerte de cuatro persona por infarto en solo tres días en playas gallegas, a diferencias de otras comunidades como Andalucía o País Vasco, aquí el dispositivo no es obligatorio. Una bañista cree que debería tener desfibriladores "todas las que tengan afluencia".

En Sanxenxo, Pontevedra, la instalación de equipos depende de los presupuestos locales. "Para priorizar, trabajamos con las estadísticas. Partiendo de ahí, nuestra intención es completar, ya en el próximo año, el 100% de las playas", explica Antonio Fulgato, el jefe de emergencias del municipio.

En la playa de Carabuxeira a cuatro kilómetros y medio de Sanxenxo y sin socorristas, un hombre de 67 años moría de un fallo cardíaco hace dos semanas: "Hace unos días se ha necesitado... Bueno, vino Salvamento Marítimo muy rápido, pero si lo hubiera aquí, sería mucho mejor", advierte una bañista. Otro afirma que "estuvo mucho tiempo en parada. Si hubiera llegado antes, igual... sería otra cosa".

El infarto es la primera causa de muerte en España, pero con un desfibrilador a mano, se puede salvar también de un ahogamiento. "Mejor no tener que usarlo", dice un bañista, "yo ahora voy a nadar un poco y espero que no haya problemas en ese aspecto. Pero vamos, es una seguridad que nos da a todos los bañistas". Mejor prevenir que curar.