En mayo de 2016, los vecinos de Seseña se despertaban con una columna de humo negro sobre sus cabezas. El vertedero de neumáticos ilegal más grande de Europa ardía sin control a solo unos cientos de metros de El Quiñón. Unas 90.000 toneladas de caucho se consumían y la nube tóxica obligó a desalojar a los vecinos y se cerraron los centros educativos del barrio.

Un año después, el terreno donde se produjo el incendio está vacío. Sin embargo, todavía no hay culpables y se desconocen las causas del fuego. "Todo apunta a que fue intencionado, hay secreto de sumario y no sabemos cómo avanza la investigación. Confío en la acción de la justicia y que al final se pueda saber quién o quiénes prendieron los neumáticos y por qué motivo", asegura Carlos Velázquez, alcalde de Seseña.

La limpieza del terreno la ha asumido la administración pública y ha costado cinco millones de euros. A la empresa responsable de la acumulación ilegal de los neumáticos le ha salido gratis. "Es que gestionar residuos y hacerlo mal, le genera un alto beneficio a muchas compañía privadas", dice Miguel Ángel Hernández, portavoz de 'Ecologistas en Acción' de Castilla-La Mancha.

Aunque las comunidades de Madrid y de Castilla La Mancha habían anunciado hace meses que los terrenos estaban limpios y descontaminados, Ecologistas en Acción denuncia que todavía quedan restos de neumáticos sobre una superficie de tres hectáreas. "Desde luego ese suelo está todavía inútil porque está lleno de trozos de neumáticos. El neumático se va disgregando y como hay matrices de metal, está soltando óxidos", recuerda Miguel Ángel Hernández.

Mientras, en el barrio de El Quiñón, la vida sigue. El Ayuntamiento de Seseña asegura que hay mil vecinos más empadronados desde el año pasado. "No hay alquileres, ahora hay lista de espera para la gente y comprar también se han comprado muchos pisos", asegura una de las vecinas del barrio. Para ellos, el incendio es ya solo un mal recuerdo.