Arnaldo llegó como turista a Madrid desde Galicia. Llevaba una semana cuando empezaron los síntomas, fiebre y dolor. Decidió aislarse, antes de conocer que era positivo en COVID-19, e informó al hostal de Malasaña, el céntrico barrio de la capital, en el que se alojaba.

La mujer que regenta el negocio decidió cerrar por motivos de seguridad. También guardó cuarentena junto con su hija en el establecimiento.

Arnaldo pudo quedarse 18 días aislado gracias a la solidaridad de la dueña, pero denuncia el abandono de la administración pues durante toda su estancia ha estado esperando una plaza en un hotel medicalizado que nunca llegó. "La trabajadora del centro social me puso en lista de espera del hotel, pero había mucha demanda y no pude entrar", explica.

Asegura que no ha recibido respuesta hasta la fecha, "ni una llamada de la Comunidad ni del Ayuntamiento". Pero la Comunidad de Madrid mantiene que algo ha debido de fallar a nivel administrativo, porque afirman que ha habido plazas durante el verano en el hotel Ayre, asignado para este tipo de casos leves de coronavirus.

La situación se agarbó cuando se quedó sin recursos y sin comida. Fue entonces cuando decidió contactar con la red de apoyo vecinal 'Malasaña Acompaña' e inmediatamente le tendieron la mano.

"Contactó con nosotros para pedirnos comida. Esta enfermo y en un hostal donde o le han echado por la fe de su propietaria", cuentan desde la Asociación, que denuncia que la dejadez de las administraciones supone "una imprudencia temeraria" que podría haber acabado mal.

Ahora ya curado, Arnaldo busca la manera de poder volver a Galicia para seguir su vida.