Las vacas llegan al matadero tan enfermas que no pueden sostenerse en pie. Siguen vivas, pero tienen que arrastrarlas para llevarlas al sacrificio.

Una vez muertas, toca ocuparse de los trozos de carne negra. Son tumores, llagas o úlceras, tan desagradables que hemos tenido que tapar. Rastros de enfermedades que los trabajadores se encargan de cortar. Lo ha grabado un periodista de la televisión polaca que se hizo pasar por carnicero para mostrar lo que ocurre.

No hay ningún veterinario supervisando el proceso, como exige la ley. Los propios trabajadores le ponen el sello de apto para el consumo humano.

Dos toneladas y media de esta carne han llegado a España y otros diez países de la Unión Europea, lo ha confirmado la Comisión Europea.

"El riesgo es incierto en la medida que se trata de animales enfermos, pero no sabemos qué enfermedad. Por precaución, se retira toda la carne", sostiene Enrique García, portavoz de la OCU.

En Polonia, cualquier matadero puede comprar vacas enfermas por Internet porque son seis veces más baratas.

"La crisis ha tenido efectos en todos los países europeos, donde se han relajado todas estas cuestiones", añade García.

En Polonia hay, a menos, tres mataderos investigados por hacer lo mismo.