El vértigo es el límite del ser humano cuando se dan situaciones tan peligrosas y arriesgadas como saltar desde un puente. Por ejemplo, un 'saltador' de Ourense no se detuvo ante los 38 metros que separaban el puente del agua, tal y como se ve en el vídeo.

El no tener miedo hacia estas acciones tan típicas en verano traen consigo una serie de factores que muchos no tienen en cuenta. Cuando uno se tira al mar, al río o a la piscina desde una distancia normal puede llegar a perder el control, siempre intentando evitar la clásica caída 'en plancha'.

La cosa cambia cuando se le añaden unos metros de más: los saltos desde puentes o superficies de gran altura provocan a menudo caídas dolorosas que pueden dejar inconsciente a uno. Una situación que sufrió un hombre en Castro Urdiales, quien tuvo la gran suerte de ser socorrido, aunque podría no haber sido así.

Aviso para los más atrevidos en este tipo de saltos: cuanto más quiera destacar, más facilidades tendrá de llevarse un buen planchazo. Otro recordatorio: la marea puede subir y bajar de un momento a otro.

Otro de los factores de riesgo que muchos olvidan cuando van a saltar en ríos es que está más seco de lo que parece, una falsa ilusión que termina con un dolor inimaginable. La corriente también juega en contra del que salta. Desde arriba, uno lo ve todo muy tranquilo, pero cuando se acerca puede que se encuentre con una sorpresa, y es que el agua puede arrastrarnos y hacernos desaparecer.

Aunque controlar la corriente desde arriba es difícil, esa mirada previa antes de saltar puede servir de mucho. Vigilar que no existan rocas que puedan cambiar el rumbo de la acción para mal es crucial para no llevarse ningún susto.

"Conocer dónde me tiro, si veo el fondo, si hay profundidad, si hay rocas, si hay arena", cuenta Carlos Porro, portavoz de la Federación Española de Salvamento y Socorrismo. Confianza cero. Por muy sencillo que sea el salto, eso no quiere decir que el camino sea inesperado.