Ya ha llegado el turno de que declare la gran incógnita de este caso, la policía Raquel Gago. La policía local, que 30 horas después del asesinato entregó el arma del crimen. Gago ha reconocido tener una estrecha relación con la hija de la asesina confesa, pero niega que traspasara los límites de una simple amistad.

De forma serena y con un relato con pocas fisuras ha explicado cómo se topó aquel día con Triana. La policía asegura que se detuvo a hacer una compra y se entretuvo hablando con un supervisor del aparcamiento regulado.

En medio de esa conversación recibió la llamada de un número desconocido, pero al ver que nadie contestaba, colgó.

Tras este episodio apareció Triana a la carrera, y en ese momento es donde flaquea el relato, cuando ante la atenta mirada de Triana en una pregunta crucial, Gago defiende que no se enteró de que la acusada dejaba en su coche el bolso con el revolver.

Posteriormente, preguntada por cómo Triana pudo dejarle el arma del crimen, la policía local se ha derrumbado.