En cuestión de pocas horas, los titulares no dejan lugar a duda:España tiene una emergencia, un problema gravísimo, con la violencia hacia las mujeres, un asunto ante el que muchos prefieren hacer la vista gorda: los feminicidios. Pero no es posible.

Y no lo es porque ahora haya “más violencia de género que antes”, como explica la psicóloga experta en violencia machista Bárbara Zorrilla en conversación con laSexta. Sino porque cada vez es más difícil mirar al lado.

24 horas sintomáticas

Recapitulemos: en las últimas 24 horas, en Martín de la Jara (Sevilla), un chico de 23 años ha asesinado y descuartizado a su expareja y madre de su hija, Rocío, una menor de 17 años. En Tenerife, un barco sonda ha encontrado el cuerpo de Olivia, una de las niñas secuestradas por su padre.

Pero no sólo eso. En Granada, Juana Rivas ha ingresado en un centro de inserción para cumplir su condena por huir con sus hijos en 2017 al sentir la amenaza del padre de los niños. En Madrid, el cantaor El Cigala se defendía de su detención tras una acusación de malos tratos afirmando que las mujeres denuncian “siempre por dinero”. Y también en la capital de España, en el Auditorio Nacional, se dio una ovación de 8 minutos al cantante Plácido Domingo, que reconoció abusos a unas 20 mujeres.

¿Qué es lo que está pasando en España? laSexta ha consultado a expertos para desgranar cómo hemos llegado a esta situación y cuáles han sido los desencadenantes.

La pandemia, mayor riesgo para la mujer

“Durante el confinamiento han aumentado los factores de riesgo que pueden provocar a ese fatal desenlace que es la violencia contra la mujer y la violencia contra la infancia”, considera Loola Pérez, integradora social, activista feminista y sexóloga educativa.

Es algo con lo que concuerda la abogada especialista en violencia de género Ruth Sala. “Ahora estamos todos en la calle y sale lo que estaba en casa, en silencio, en los últimos meses”, opina la letrada.

El problema siempre es el mismo. El modus operandi: un hombre intenta someter, apoderase, anular a una mujer. Cuestión de posesión.

Así, mientras ésta está bajo su control, no llega a extremos como el asesinato. Por eso, en la pandemia las cifras de homicidios fueron más bajas.

El asesinato, el último eslabón

“No porque hubiera menos violencia, pero como las mujeres estaban encerradas con sus agresores, estaban sometidas. Ahora lo que sucede es que se han concentrado, de golpe, muchísimos asesinatos”, explica Bárbara Zorrilla.

La psicóloga insiste: no hay que perder de vista el por qué. “El objetivo siempre es someter, suboordinar. No necesitan manifestaciones físicas, pero cuando la mujer intenta separarse, la separación actúa como detonante. El agresor ve peligrar su control y comienza la violencia más brutal. El agresor asesina cuando ve que pierde el control sobre la mujer. Premedita castigar a la mujer por eso”. En los dos asesinatos anteriormente detallados, el de Martín de la Jara y Tenerife, el patrón se cumplió tal cual.

“No hay más que antes. Ahora hay más casos de víctimas mortales, pero el asesinato es el último eslabón de la cadena. De manera previa hay miles y miles de mujeres sufriendo esta lacra estos días en sus casas”, lamenta la especialista.

La vuelta a la normalidad, desencadenante

Todo radica en esa percepción de vuelta a la normalidad postpandemia. Y, precisamente por eso, para Rosa Márquez, escritora y coautora del documental feminista 'Qué coño está pasando', de Netflix, y del ensayo '¿Cerró usted las piernas?' junto a Marta Jaenes, periodista de esta casa, estamos ante “el problema social más importante que tenemos en este país''. “Si cada año mataran a 60 catalanes o a 60 futbolistas, habría una guerra civil. Pero parece que como matan a mujeres da igual”.

Si uno echa la vista a los datos oficiales, los números son menores, en comparación con otros años. Como apunta Loola Pérez, “se han reducido las denuncias y sin embargo, han aumentado las llamadas al 016. Pero las llamadas son informativas y orientativas. Esas llamadas no acaban siempre en denuncia y es muy importante insistir en la denuncia es fundamental para que la justicia actúe y se ponga en marcha los mecanismos de protección”.

La integradora social también recuerda que la violencia de género extiende sus tentáculos mucho más allá de lo que puede chirriar a cualquiera a día de hoy. "Los factores de riesgo en la violencia contra las mujeres no son solo una 'ideología machista' por parte del agresor. Es muy importante no quedarnos en el eslogan", alienta.

Factores de riesgo

Entre los factores de riesgo que rememora Pérez se encuentran "conflictividad en el ámbito familiar, consumo de alcohol y drogas, aumento del estrés (el cual puede contextualizarse en el escenario de la pandemia y postpandemia), la pérdida del trabajo, una situación económica negativa…”.

"Es importante hablar de todo esto para que las mujeres puedan sentirse identificadas y pedir ayuda", explica la integradora. "El vínculo que tienen con el agresor les puede hacer creer que es un 'buen hombre' o mostrarse compasivas ante este”, tal y como sucedió con Beatriz Zimmermann, la madre de Olivia y Anna, que mantenía la esperanza de que Tomás Gimeno no hubiera matado a sus hijas puesto que tenía "buen corazón".