Quienes hayan pasado por la selectividad (oPAU, o EVAU, o EBAU, según su edad y comunidad autónoma), recordarán que una de las temidas pruebas en Lengua era el análisis de texto. una pregunta en la que había aplicar una técnica, más que la memoria. Pues bien, la tendencia de la nueva EBAU (siglas de Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad) es ir hacia una prueba que valore más las competencias analíticas y menos exámenes de contenido por materias, como ha sido hasta ahora.

De hecho, la nueva EBAU, que presentó el Gobierno a las comunidades autónomas este miércoles, tendrá menos exámenes e incluirá una "prueba de madurez", que busca precisamente que el alumnado demuestre habilidades analíticas y lingüísticas.

Pero, ¿en qué consiste?

Según indica el borrador de la propuesta, al que ha tenido acceso laSexta, se tratará de una prueba de temática general, es decir, que podrá ser de actualidad, científico o humanístico, por ejemplo.

El borrador especifica que el ejercicio constará de un dossier formado por una serie de documentos (textos, imágenes, infografías, gráficos, tablas, audiovisuales, etc.) que girarán todos ellos en torno a un mismo tema.

Se pedirá al alumnado que realice un análisis desde diferentes aspectos y perspectivas a través de preguntas diversas "cerradas, semiconstruidas, o abiertas".

Con esta prueba lo que se busca es, más que aprenderse al dedillo una materia, valorar la capacidad del alumnado para analizar, valorar, extraer información o interrelacionar toda esa documentación, de forma más o menos guiada a través de las preguntas o propuestas se pedirá al alumnado "que realice un análisis desde diferentes aspectos y perspectivas, respondiendo a diversos tipos de preguntas".

Esta prueba de madurez tendrá un valor de un 25% sobre el total de la EBAU en los cursos 2023-2024, 2024-2025 y 2025-2026, pero a partir a partir de 2026-2027, lo que el Ministerio de Educación ha llamado "fase definitiva", cobrará más peso y valdrá un 75%.

Educación pretende que para esta prueba se acuerden unos puntos mínimos respecto a su diseño, respetando la autonomía de las comunidades, que será sobre los tiempos, tipos y características de los documentos del dossier, tipos de preguntas, etc.

También se quiere consensuar los criterios de corrección así como crear grupos de trabajo que establezcan estos acuerdos, compuestos por miembros de las respectivas consejerías autonómicas, universidades o institutos de evaluación.