Tenía cuatro años y jugaba al escondite cuando Bruno sufrió los primeros síntomas. "Se tiró al suelo, le dolía muchísimo la cabeza, empezó a tropezarse y al día siguiente nos fuimos a urgencias y empezó nuestro calvario", cuenta Macarena, su madre.

Tuvo que enfundarse el traje de superhéroe y luchar contra la romboencefalitis, una enfermedad rara que le provocó daños cerebrales hasta alcanzar un estado prácticamente vegetativo.

"Desde que nos levantamos yo me dedico a llevar y traer a Bruno de sus terapias", explica Macarena. Rehabilitaciones muy caras que no están subvencionadas por la sanidad pública. Por eso a Mercedes, su maestra, se le ocurrió una idea: "Vamos a vender estas pulseras y vamos a intentar que todo el mundo colabore para pagar a Bruno todas las terapias que necesita".

La respuesta de su colegio fue masiva; también se han organizado conciertos solidarios donde los acordes y notas piden a voces solidaridad para que Bruno vuelva a agarrarse a la vida. "Quiero que Bruno vuelva a sonreír, sea feliz y, sobre todo, que disfrute de la vida", pide su madre. Volver a hacer la compra, columpiarse y disfrutar de las pequeñas cosas.