Los 779 habitantes de Hallstatt, un pequeño municipio austriaco, apenas oían más bullicio que el provocado por las cascadas y el viento que chocaba contra las montañas de Salzkammergut hasta que Disney se fijó en él.

La encantadora localidad sufre una invasión de turistas que supera, cada día, diez veces la población que en ella reside. Hasta 10.000 personas pisan cada día sus calles para sentirse en Arandelle, la ciudad de Elsa y Anna en Frozen.

Venecia, ejemplo de la sobreexplotación tursitica, recibe seis veces menos turistas en proporción que Hallstatt. Una situación que quiere achacar el alcalde de la pequeña ciudad, Alezander Scheutz: "Somos una importante pieza de la historia cultural, no un museo. Queremos reducir el número de visitantes a por lo menos un tercio, pero no tenemos forma de pararles", ha afirmado publicamente.

El paisaje natural en el que está inmersa, la mina de sal más antigua del mundo y sus casas de ensueño hacen de Hallstatt no sólo Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1997, sino uno de los paisajes más atractivos en Instagram.

Todo ello unido a las múltiples clasificaciones entre "las ciudades más bonitas de Europa" e incluso sus apariciones en televisión atraen a más de un millón de turistas al año desde 2013.