El desembarco de cada año ya está aquí: miles de estudiantes británicos cargados de alcohol y vistosos complementos. Beber es el único objetivo para algunos. Desde primera hora ocupan las calles y las playas de Salou cargados de alcohol. Por eso, vecinos y turistas les miran con recelo.

Su primera noche de fiesta ha sido un infierno para ellos. Están hartos de escenas que se repiten cada año: borrachos gritando de madrugada, algunos semidesnudos y otros casi inconscientes.

El otro lado de la moneda se lo llevan los hosteleros y comerciantes, que estos días duplican su personal e ingresos. Ellos prefieren quedarse con la cifra: el impacto económico del Saloufest ronda los cinco millones de euros.