Los hechos sucedieron en la cárcel Sílvio Yoshihiko Hinohara, en el municipio de Presidente Bernardes (estado de Sao Paulo, sureste de Brasil), cuando el recluso decidió "comerse" los tres móviles para que no fueran descubiertos durante una revista en las celdas. Una semana más tarde, tras no haber podido expulsaros por el recto como pretendía y empezar a sentir fuertes dolores, buscó ayuda médica.

Después de someterlo a un examen de rayos X en el que se constató que tenía los tres aparatos en su estómago, los médicos le recetaron laxantes y lo devolvieron a prisión. Sin embargo, no logró expulsarlos y fue conducido a un hospital para ser sometido a una operación que no pudo realizarse porque el recluso murió unas horas antes de la hora y fecha fijadas.

En junio de este año, tres presos fueron descubiertos en el mismo centro penitenciario con 19 teléfonos móviles en sus cuerpos, uno de ellos con diez celulares en su estómago. Dos de los reos guardaban los teléfonos en el recto: uno tenía cuatro microaparatos y el otro cinco. El tercer preso fue descubierto al pasar por los rayos X con diez miniteléfonos con auriculares en su estómago y fue sometido a una operación para retirarle todos los aparatos.

Según la Secretaría Penitenciaria del estado de Sao Paulo, la prisión fue inaugurada en noviembre de 1990 y cuenta con algo más de 2.000 presos, pese a que su capacidad es para 1.247.