"Es una pauta que se van copiando unos grupos a otros. Podemos hablar desde Hamás, la yihad islámica, los talibán, Al Qaeda y Daesh", explica Jesús Núñez, codirector del Instituto de Estudio de Conflictos y Acción Humanitaria.

Dos de los suicidas de Bégica, Khalid y Ibrahim El Bakraoui eran hermanos. Lo mismo pasó ocurrió el 13-N París con Brahim y Salah Abdeslam. O en el ataque a Charlie Hebdo, perpetrado por Cherif y SaId Kouachi. También fueron dos hermanos, Dhokhar y Taerlan Tsarnaev los que atentaron en la maratón de Boston. Entre los suicidas del 11-S había hasta tres parejas de hermanos.

Mustafá Setmarián, ideólogo de Al Qaeda, aconsejaba que existiera ese lazo familiar entre los miembros de la células terroristas. Porque así se dificulta el trabajo de la Policía. "Lo fundamental para ellos es no dejar huellas. se evita tener que hacer uso de teléfonos o de movimientos incluso físicos de un lado para otro porque se pueden ver en su propia casa.", añade Núñez.

"En los círculos de confianza es más difícil que se produzcan que se produzcan filtraciones o traiciones", señala Manuel Torres, profesor Universidad Pablo de Olavide. Esa relación familiar facilita también la radicalización. "Ir acompañado de un hermano facilita dar el paso hacia la militancia violenta", dice Torres.

Lo vimos en el caso de Mohamed Merah, el autor del atentado contar un colegio judío en Toulousse. Fue su propio hermano quien le introdujo en las redes yihadistas.