Un subinspector de la Policía Municipal de Zamora iba de paisano cuando se encontró con una mujer que corría en compañía de sus hijos de corta edad, uno de ellos sujeto en brazos.
El policía se acercó a hablar con la mujer, interesándose por su estado y para prestarle ayuda. En un primer momento, la mujer no quiso explicar lo ocurrido pero uno de sus hijos explicó al agente de manera espontánea que su padre había pegado a su madre.
Ante las declaraciones del pequeño, el subinspector insistió en prestar ayuda a la mujer sospechando que esta pudiese estar sufriendo violencia de género. La mujer acabó confesando que había sufrido una agresión de su expareja pero que no quería declarar.
Inmediatamente, se presentó en el lugar un hombre de unos 30 años de edad que manifestó ser el padre de los niños e hizo ademán de arrebatárselos a la mujer, momento en el que el subinspector se lo impidió procediendo a identificarse como miembro de la Policía Municipal, requiriendo la identificación del hombre, a la vez que instó a la mujer a refugiarse en un negocio próximo al lugar de los hechos.
El hombre se negó a colaborar e intentó abandonar el lugar, por lo que el agente procedió a retenerle, con la colaboración de otro miembro de la Guardia Civil, también fuera de servicio. Tras recibir el apoyo de agentes de una patrulla de la Policía Municipal y practicarse la detención y traslado a las dependencias de la Policía Nacional, el subinspector se entrevistó nuevamente con la mujer agredida, expareja del detenido, verificando así la presunta agresión.
En los datos policiales consta que el hombre tiene una orden de alejamiento de la mujer y se ha hecho constar que en la mañana del domingo se había presentado en el domicilio de la misma muy alterado y presuntamente la habría agredido.