Álvarez, de 53 años, no fue el único que sufrió las consecuencias de enfrentarse al polvo, el humo y productos químicos y tóxicos presentes en la Zona Cero de los atentados en las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. Bomberos, policías, obreros de la construcción y otros trabajadores de emergencia también han sufrido las consecuencias de la emisión de dichos productos en forma de problemas respiratorios, trastornos digestivos, cáncer de pulmón y otros tipos de cáncer.
Al ser de los primeros en intervenir en la búsqueda de víctimas, el fallecido testificó ante una comisión del Congreso de Estados Unidos sobre los fondos de compensación destinados a las personas que respondieron primero al ataque terrorista del 11S. La primera cantidad que estableció fue de 7.000 millones de dólares. En la actualidad, resulta ser un fondo insuficiente debido a la ola de reclamaciones y la inexistencia de un mecanismo que permita agregar más aportaciones.
El ánimo por crear más fondos para aquellas personas que participaron en el rescate del 11S ha derivado en una iniciativa legal dirigida al Congreso para que garantice la existencia de estas cantidades de dinero para los próximos 70 años. Los miembros del comité ante el que se presentó dicho requerimiento aprobaron el proyecto de ley siendo la Cámara baja del Parlamento el próximo escalón en el que discutirá la creación de dichos fondos.