La unidad de la Policía Nacional especialista en analizar voces es una de las más infalibles. Desde que empezaron en los años 80 no han tenido ni un solo error.

Su trabajo sirve para cazar criminales y también para autentificar pruebas sonoras en los juicios. Terrorismo, extorsiones o secuestros pasan por sus manos para identificar las voces de los criminales.

"Escúchame hija de la gran puta te voy a matar. Denuncia, estas muerta perra". Esta es la voz de un maltratador amenazando de muerte a su mujer. Esta es una de las grabaciones habituales que el departamento de acústica forense de la Policía Nacional recibe en sus laboratorios.

Cuando a los sospechosos se les muestran estas pruebas en el juzgado aseguran que no es su voz, pero este equipo de expertos se encarga de demostrar lo contrarior. Lo consiguen gracias al timbre de la voz, el cual es irrepetible e inimitable, tan fiable como las huellas dactilares.

"Sus dientes, su paladar hace que su voz suene diferente de unas personas a otras". Así es como se logró identificar a un peligroso narcotraficante afincado en la Costa del Sol.

La prueba fue una conversación telefónica pinchada por la policía, entre un narco y el encargado de recibir 100 kilos de cocaína procedentes de Colombia. Cuando se detuvo al sospechoso, se le hizo locutar el mismo texto. Las voces de las dos grabaciones se volcaron en el ordenador y después se compararon.

Otro caso es la llamada que alertaba de una bomba en la Estación de Atocha en Madrid. "Tienen media hora para desalojar la estación de Atocha. Hay cuatro coches bomba en los párquines, y no es broma", se oye la primera voz. "Qué párquine, qué párquines de la Estación de Atocha", responde la segunda voz.

A las llamadas se les da total credibilidad hasta que este departamento diga lo contrario, porque la voz delata a los asesinos, nos dice cómo son físicamente, cuál es su estado de ánimo y revela su identidad.