La muerte de un bebé de seis semanas, que tragó agua durante su bautizo en una Iglesia Ortodoxa del norte de Rumanía, ha abierto un enconado debate sobre este rito religioso, que consiste en sumergir enérgicamente tres veces el cuerpo del niño en la pila bautismal. Más de 50.000 personas han firmado una petición online en la que piden que se elimine una práctica que consideran "absurda" y "peligrosa", y se adopte en su lugar el procedimiento de mojar simbólicamente la cabeza del niño, al estilo del bautizo católico.

Alexandru Mazarache, el pope que ofició el bautismo que llevó a la muerte del bebé, se ha "autosuspendido" a la espera de que las autoridades concluyan su investigación de los hechos, según han asegurado fuentes de la Iglesia Ortodoxa. La Fiscalía de la provincia de Suceava, donde ocurrieron los hechos, ha informado de que Mazarache podría enfrentarse a cargos de homicidio culposo.

La demanda, dirigida a la Iglesia Ortodoxa Rumana y de la que se declaran fieles el 85% de los rumanos, es apoyada por médicos como Maria Stamatin, coordinadora de terapia intensiva de una maternidad de la ciudad de Iasi, en el noreste del país. "Existe un riesgo de que los niños aspiren agua en los pulmones", ha declarado la doctora al diario Libertatea. "Sobre todo en un niño recién nacido, incluso la mínima cantidad de agua puede provocar un paro cardiorrespiratorio y, si no se interviene rápido, la muerte", ha añadido.

Los cánones milenarios de esta tradición tienen también muchos defensores, entre los que destaca Teodosie Aparasu, el arzobispo de la región de Tomis, en la costa rumana del Mar Negro. "Los cánones de la fe serán válidos incluso dentro de cien años; no nos dejamos intimidar", ha retado. Este jerarca de la Iglesia Ortodoxa ha desafiado en numerosas ocasiones las restricciones a la concentración de fieles en misas y peregrinajes debido a la pandemia.