Para pasar el día en la cala de Aiguablava de Begur, en Girona, existen dos opciones. La primera es "cara y lujosa", según denuncian los bañistas. Alquilar dos tumbonas con una sombrilla sale por 50 euros. (Y a este precio hay que sumarle otros 20 si también pedimos una toalla). Si además queremos que el plan sea "redondo" y estar en primera línea de playa hay que pagar un suplemento de entre tres y cinco euros.
La segunda opción es completamente gratuita pero incómoda, ya que la reducción de espacio debido la presencia de las tumbonas privadas obliga a las personas a apretarse y estar "como en una lata de sardinas".
El año pasado el ayuntamiento de la localidad cedió la gestión del servicio de tumbonas a una empresa. Desde la concesionaria se defienden ante las críticas recibidas por el escaso espacio que dejan en la arena, y aseguran que es el consistorio "el que marca los metros cuadrados que debe haber".
Desde la plataforma Salvem Begur llevan tiempo denunciando que espacios públicos como éstos se ceden a negocios privados, y dicen que existen al menos otras tres playas más con estas características. Por este motivo se han manifestado. El representante de la plataforma, Arturo Frediani, ha declarado a laSexta que este problema de aforo "no se debería resolver distinguiendo entre unos que por su dinero pueden tener un lujo, y otros que tengan que apretarse como sardinas en la otra mitad de la playa".
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El consistorio de Begur defiende este servicio de tumbonas y sombrillas. Aseguran que es una manera "de controlar el acceso y las aglomeraciones a estas playas". Puedes conocer más detalles en el vídeo que acompaña a esta información.
Con algún 'pero'
La Justicia ratifica que llamar "gilipollas" a un jefe no es motivo de despido
Así lo ha ratificado el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM). Eso sí, enfatiza que el insulto debe ser "concreto y aislado" en un contexto determinado, como el caso de un empleado al que le pidieron que se quedara a una reunión al terminar su turno.