"El problema fundamental de este insecto es que no pica, sino que muerde en forma de sierra, generando una herida de consideración importante y pudiendo dar lugar a infecciones y reacciones alérgicas muy alarmantes, que en algunos casos requieren hospitalización", explica la directo general de la ANECPLA, Milagros Fernández de Lezeta.

Este insecto se reproduce en los cauces de los ríos, especialmente en los que se encuentran especialmente limpios y en la vegetación flotante, la cual queda al descubierto cuando el nivel del agua baja. Por lo que en los inviernos suaves, de lluvias escasa y la ausencia de crecidas importantes, benefician la proliferación de esta especie, tal y como ha ocurrido este año.

"No es una especie invasora, la mosca negra es autóctona, pero desde hace varios años se observan picos agresivos en sus ataques a humanos. De ahí que veamos tan necesarios hacer frente a esta plaga que se está convirtiendo en un problema de salud pública", ha comentado la experta.

La mosca negra actúa por el día y es capaz de introducirse bajo las prendas y alcanzar la piel. Cuando muerde quita un poco de piel y transmite un anestésico y un poco de anticoagulante para poder estar un rato chupando sin que el individuo afectado se dé cuenta, aunque lo que más afecta es la saliva del insecto.

Los efectos finales son una roncha de varios centímetros que suele sangrar y una elevada hinchazón que puede llegar a durar un mes. Así, la organización ha aconsejado no rascarse si se padece esta mordedura porque puede empeorar la herida y hacer que se infecte.

También ha recomendado aplicar hielo para bajar la zona inflamada, una pomada con un corticoide suave, además de acudir inmediatamente al hospital o centro de salud más cercano e informar del caso para evitar que empeore la reacción a la mordedura de la mosca negra.

Por último, ANECPLA da varios consejos para prevenir la mordedura de este insecto: conseja evitar pasear cerca de los ríos o zonas cercanas a los mismos, especialmente a última hora de la tarde; instalar mosquiteras en puertas y ventanas en las zonas de riesgo; evitar la acumulación de agua en el exterior de la vivienda y mantener cubiertos los depósitos de agua; controlar lo desagües y contactar con profesionales.