Después de analizar las cajas automáticas del establecimiento, y descubrir que no había personal que se encargara de supervisarlas, el joven llegó a la conclusión de que podía hacer pasar la PlayStation 4 por cualquier otro producto que tuviera un precio inferior a la videoconsola.

Adel accedió al supermercado y se dirigió directamente a la zona de videojuegos para hacerse con una PlayStation. A continuación, el joven se fue a la zona de frutas y legumbres y utilizó una de las básculas automáticas para pesar la consola.

Con esa estrategia adquirió una pegatina que revelaba el precio del peso de la consola pero con el valor de unas naranjas, con un coste de 9,29 euros. Después de pegar el ticket en la consola, Adel se dirigió a una de las cajas automáticas, escaneó la consola y se marchó del establecimiento sin levantar ningún tipo de sospecha.

Tras descubrir lo fácil que era robar en este establecimiento, Adel decidió volver al hipermercado para repetir su estrategia. Sin embargo, cuando estaba dispuesto a repetir la jugada, el joven francés se encontró con la Policía, que le estaba esperando dentro del establecimiento para detenerlo.

Según cuentan los medios locales, Adel aceptó el robo y explicó que había vendido la consola por 100 euros. El joven francés reconoció a la policía que había vuelto al hipermercado para robar una nueva consola con el objetivo de conseguir otros 100 euros por ella y poder así comprar un billete a Niza, donde supuestamente vive.

El tribunal de Montbéliard ha condenado al joven a cuatro meses de prisión en un correccional, y la prohibición de volver a pisar un supermercado de esta cadena. Un caso que demuestra el peligro de las cajas automáticas que carecen de control humano, ya que cualquiera puede engañar a la máquina para llevarse cualquier producto sin pagar.