Cuando a uno le ha caído el gordo, ojear una revista de moda es un placer. Y a Pepa, que a sus casi 93 años no le interesa la purpurina de las celebrities, sí le llama una chaqueta bien cortada. "Prefiero que sea larga para que me disimule el pompis", explica Pepa.

Ahora, prepara el asalto a las tiendas, donde las dependientas se la rifarán. Es su único capricho porque, como en el anuncio, va a regalar el décimo a la gran tropa que forma su familia.

Por su parte, Rosario, su compañera, no tiene hijos pero sí unas sobrinas con quien compartirlo. Ambas se preparan para una nueva vida donde las sorpresas no tienen que por qué ser siempre malas, como pensaron cuando oyeron el jolgorio en la residencia.

Que lo disfruten, pues, después de dos hijos, diez nietos y nueve bisnietos, ya le iba tocando a Pepa una boutique para ella sola donde como a Julia Roberts le hagan un buen rato la pelota.