Donar sangre parece un simple gesto para muchos, pero para el colectivo LGTBI es mucho más. Hasta hace apenas dos semanas, en Reino Unido los homosexuales tenían prohibido donar sangre libremente, algo que, por fortuna, ha cambiado. Sin embargo, se trata de un derecho que, en países como Francia, continúa restringido. Los gays tenían que pasar un año de abstinencia sexual si querían convertirse en donantes.
Esta homófoba restricción se redujo a cuatro meses durante la pandemia. En 2022, se eliminará por completo gracias al voto de la Asamblea Nacional. En Europa, España se coloca a la vanguardia junto a Portugal, Alemania o Bélgica: garantizan derechos fundamentales sin hacer distinción por la condición sexual. Pero en los países del este queda mucho por recorrer.
A mitad de camino se encuentran estados como Italia, que sigue sin permitir el matrimonio igualitario ni tampoco las adopciones. En la misma línea está Grecia, que hasta 2011 no consentía que los homosexuales donaran sus órganos. La intolerancia llega a lo más alto en el caso de la República Checa. Su presidente ha atacado a los transexuales, a quienes ha tildado de "repugnantes".
Sus declaraciones llegan muy poco después de la polémica ley de su vecina Hungría y del terremoto que ha desatado en el seno de la Unión Europea. En este orden, llama la atención sin embargo que en Polonia, un país con decenas de pueblos que se declaran libres de ideología LGTBI, el alcalde de Varsovia, Rafael Trzaskowski, haya dado la cara por el colectivo a la hora de defender sus derechos.
"Estoy aquí de nuevo para demostrar que siempre estaremos juntos y apoyaremos a los más débiles, a los que otros intentan marginar o atacar", apuntó en una declaración pública ante los vecinos de Varsovia. Una defensa que en pleno siglo XXI sigue siendo necesaria.