Las personas migrantes que son transportados en embarcaciones semirígidas desde Marruecos al Estrecho se juegan la vida en unas embarcaciones que no están preparadas para tanto volumen de gente y alcanzan altas velocidades.

En el vídeo que acompaña a estas líneas, grabado desde una semirígida, podemos ver cómo contrabandistas obligan a personas migrantes a tirarse al agua junto a una playa situada, todo apunta, en el Estrecho. Un vídeo del que nos hicimos eco este miércoles que recoge el momento más complicado de un viaje que parte desde Marruecos. Cabe recordar que hace una semana cuatro personas perdieron la vida en una playa de Cádiz cuando los obligaban a saltar desde otra lancha. Viajaban 35 personas.

Javier González, gerente de la Escuela Náutica Gurri, que fue uno de sus rescatadores, nos cuenta una de las razones de estas cuatro desgracias. "Entre que no sabían nadar y que llevan muchas prendas de abrigo, se hundían para abajo. Hay que tener en cuenta que viajando en estas lanchas se pasa mucho frío y que el agua también está helada en esta época del año. A muchos los veíamos chapoteando", precisa.

Estos viajes, en los que se suelen utilizar narcolanchas, arrancan desde Marruecos y se dirigen hacia aguas internacionales. Allí esperan hasta que alguien, en la costa, les hace una señal de que no hay vigilancia. En media hora, se acercan a la orilla de una playa de la zona del Estrecho a velocidades que pueden alcanzar los 30 nudos (unos 55 kilómetros por hora), y obligan a saltar a las personas migrantes. No llegan a la orilla para que su huida sea lo más rápida posible.

"Estas embarcaciones están preparadas para 12 personas, por lo que si se sobrecargan pierden estabilidad y eso es un peligro. Además, los dispositivos de seguridad de a bordo no son suficientes para todos", destaca David de Haro, gerente de la empresa de venta de embarcaciones Mundo Marino de Dénia.

Los tripulantes, según fuentes cercanas a la Guardia Civil, tampoco suelen llevar chaleco. Van con chubasqueros o ropa impermeable, y se agarran a estribos que tiene la semirígida. Normalmente, se cubren el rostro con un pasamontañas. Pero a diferencia de algunos de estas personas migrantes, ellos sí que saben nadar.