La pandemia ha llevado a muchos a redescubrir el comercio de barrio: hace cien años no existían las grandes superficies que conocemos hoy y en las tiendas lucían coloridos carteles pintados o grabados con los que los establecimientos promocionaban sus productos.

Carteles que ahora recopila una exposición en Madrid, a través de la cual podemos recorrer los negocios locales del siglo XIX y XX. La muestra, llamada 'Se Vende Aquí', en alusión al reclamo que incorporaban muchos de ellos, se expone en el Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque, con más de un centenar de piezas que datan desde 1870 a los años 60.

A través de ellos, el visitante puede verse transportado a un pasado en el que, según explica la comisaria de la exposición, Ángela Suau Gomila, "el cartel pone una nota de color en una España gris".

Por entonces, la cartelería era el soporte publicitario más efectivo, y lo fue hasta la primera mitad del siglo XX. "Era el único recurso, la radio no tenía el mismo impacto que verlo en una imagen y la televisión era inexistente", apunta la especialista.

En aquel momento, muchos españoles ni siquiera sabían leer y, para que la publicidad surtiera efecto, "los ilustradores tenían que crear imágenes muy potentes para que la sociedad, viéndolas, captara precisamente la idea", precisa.

Muchos de estos carteles incorporaban la frase que da nombre a la muestra: "Se vende aquí". Una "coletilla", explica Suau Gomila, que buscaba "reforzar esa idea de que el producto se vendía en esos establecimientos".

Un viaje lleno de nostalgia de la mano de artículos como una caja de chocolates Matías López, considerada el primer reclamo publicitario de España, o carteles que anuncian gaseosas, aceites o cafés. Para algunos, como Silvia, esconden historias familiares. En su caso, el cartel de los almacenes Simeón le recuerda cómo su abuela su abuela tuvo que "abandonar Alicante corriendo con toda su familia" al estallar la Guerra Civil y ponerse a trabajar de planchadora en estos almacenes.

La muestra recoge carteles de ilustradores como Josep Renau, Pere Casas Abarca o Manolo Prieto, así como placas y litografías, algunas de más de 100 años de antigüedad, que a menudo los comerciantes regalaban a sus clientes, que luego los tenían como decoración en sus casas. Un homenaje al comercio local de hace más de un siglo y el testigo de un pasado que sigue muy presente.