El menor que asesinó a toda su familia a tiros el pasado martes en una pedanía de Elche ya se encuentra internado en un centro de menores en régimen cerrado. Así lo decretó este domingo el juzgado de menores de Alicante tras una petición de la Fiscalía.

Este organismo ha determinado que el menor debe estar en ese centro especializado en adolescentes y con medidas socioeducativas. El crimen ha dejado consternada a toda la pedanía de Algoda y es que tras matar a tiros a sus padres y a su hermano de 10 años, convivió con los cadáveres durante varios días.

Pero, ¿a qué tipo de pena se enfrenta este adolescente por estos atroces hechos? El parricida responderá penalmente bajo el marco de la Ley del Menor, que para el tramo comprendido entre los 14 y los 16 años contempla medidas -que no penas- de internamiento cerrado de cinco años y tres más de libertad vigilada como máximo.

La libertad vigilada contempla un seguimiento de la actividad del menor, como su asistencia al colegio o trabajo por parte de la entidad pública encargada. Para ello se mantienen entrevistas y se vigila que se cumplan las medidas de conducta impuestas.

Esas medidas pueden incluir, entre otras, la asistencia a programas de tipo formativo, prohibición de acudir a determinados lugares, la obligación de residir en un lugar determinado o la obligación de presentarse ante el Juzgado de Menores.

laSexta ha tenido acceso a la confesión del menor, que relató ante los agentes que el pasado martes, al regresar del colegio, su madre lo abroncó por su actitud: "Me dijo que era un vago, que ya estaba bien y que me iba a quitar la consola. Subí a mi habitación, me puse a pensar y cogí la escopeta".

El arma que utilizó es una escopeta de cartuchos del calibre 12 que el padre de la familia tenía por su afición a la caza menor. A pesar de que se encontraba en un armero en la planta superior de la casa, lallave estaba al alcance de toda la familia.

"Disparé dos veces a mi madre cuando estaba en la cocina. Un tiro por la espalda y luego la rematé. Mi hermano intentó escapar, pero salí detrás de él y lo cacé antes. Esperé a mi padre cuatro o cinco horas y le disparé al llegar", confesó el adolescente.

Tras cometer el triple crimen, el menor explicó a los agentes que decidió esconder los cuerpos. "Me quedé sin saber qué hacer y decidí llevar los cuerpos al cobertizo", aseguró ante los investigadores.

El parricida permaneció en la casa tres días junto a los cadáveres haciendo vida normal y hablando con sus amigos. A algunos de ellos les aseguró que estaba en casa por haberse contagiado de COVID-19, aunque los centros escolares a los que acudían él y su hermano pequeño no pidieron explicaciones de ninguna clase.

No fue hasta el viernes por la tarde cuando el adolescente confesó los hechos después de que una vecina y una hermana de su madre acudieran a la vivienda por falta de noticias de la familia. Fueron ellas quienes dieron aviso a las autoridades.

La Policía Local acudió a la vivienda y alertó a la Policía Nacional, tomando declaración al joven en presencia del fiscal de menores y del juez de guardia. Los investigadores del caso se han mostrado sorprendidos con la frialdad del adolescente y su desapego hacia las víctimas.