Han pasado 181 días desde que el volcán de La Palma estallara y produjera un antes y un después en la vida de la isla. Hoy, lo que antes era una ladera, ahora tiene un edificio volcánico de 1.100 metros de altura.

Henry Garritano perdió su casa por el avance de las coladas de lava. "La mente me lleva a esos recuerdos del 19 de septiembre", afirma a laSexta. "La lava ha barrido con todo lo que yo tenía".

La suya es una de las 1.345 casas que resultaron sepultadas por la actividad del volcán. Hace seis meses, a las dos y diez de la tarde, el volcán entró en erupción y cambió para siempre La Palma.

La casa y el estudio de arquitectura de Garritano, situados junto a la iglesia de Todoque, desaparecieron. Ahora vive en un piso de 50 metros cuadrados. Como tantos otros que ahora mismo solo cuentan con las pertenencias que lograron sacar en diez o veinte minutos.

Durante los 85 días que duró la erupción, los vecinos de La Palma vivieron con angustia y nerviosismo. Hoy, seis meses después, el sentimiento es otro, aunque la isla sigue dividida por las coladas, lucha por recuperar la conectividad y la ceniza sigue, igual que la alerta por los gases.

Medio año tras el estallido del volcán, de los 2.300 afectados, 435 siguen alojados en hoteles, viviendo en caravanas o, en el peor de los escenarios, han dicho adiós a La Palma.

"No nos entra en la cabeza que el nombre de Todoque sea literalmente solo un recuerdo", dice Garritano.