No ha sufrido. Andrea ha muerto de la manera en la que su familia querían que lo hiciera. "Se ha ido en paz y con tranquilidad, como todos deseábamos y como ella misma hubiese querido".

Mediante un comunicado, los padres han querido agradecer el apoyo de todos aquellos que han estado a su lado en esta triste decisión. "Para nosotros Andrea, tal y como la conocíamos, comenzó a írsenos cuando ingresamos de urgencia el 9 de junio".

Andrea, de 12 años, sufría una enfermedad neurodegenerativa irreversible. Desde hacía 4 meses permanecía ingresada en el hospital de Santiago pero, lejos de mejorar, su estado empeoraba. Sus padres comenzaron entonces una pelea muy dolorosa: que su hija tuviera una muerte digna.

Esa voluntad les llevó incluso a los tribunales. Pedían que la justicia ordenara a los pediatras del hospital quitarle la alimentación artificial a Andrea. Pero no fue necesario: cuando estaban reunidos con el juez, el hospital les llamó para comunicarles su cambio de postura.

Cuatro días después Andrea ha muerto. Lo ha hecho de una manera digna, sin sufrir y acompañada de todos los que la querían. Eso es lo único que pedían sus padres.