El pequeño Joey Watts nació con la enfermedad de estenosis supravalvular aórtica, un defecto cardíaco que hace que el vaso sanguíneo que transporta la sangre desde el corazón al resto del cuerpo sea más estrecho de lo normal.

Con seis años, Joey tuvo que ser sometido a una operación a corazón abierto de riesgo para poder ensanchar su vaso sanguíneo y tras la cirugía le quedó una cicatriz de nueve centímetros en el centro de su pecho.

Su padre, en un acto de amor y en homenaje a su hijo, pidió que le hiciesen un tatuaje en forma de cicatriz, igual a la que le había quedado a su pequeño.

"Le hemos dicho que debería de ser algo de lo que sentirse orgulloso y no avergonzado. Todos los guerreros tienen que estar orgullosos de sus cicatrices y de todo lo que logran en la vida", explicó el padre al 'Daily Mail'.