Médicos de familia reconocen que a veces no pueden dedicar más de 3 minutos a cada paciente. Y hay pacientes que admiten que tienen que elegir entre comprar el medicamento que les recetan o comer. Son sólo dos ejemplos de los datos alarmantes que Amnistía Internacional ha recogido sobre cómo los recortes han afectado al sistema sanitario.
Puerta abierta a la precariedad. En el hospital comarcal de Monforte, en Lugo, aseguran que la situación es insostenible.
"Hace falta personasl en todas las plantas. Por la noche sólo hay una enfermera para 28 pacientes", explica Vicente Vázquez, del Sindicato CIG Saúde.
Un caso que no es aislado. Amnistía Internacional denuncia en un nuevo informe cómo los recortes desde el inicio de la crisis han machacado a pacientes y a profesionales.
"Hay muchas personas con enfermedades crónicas que se ven obligadas a elegir entre necesidades básicas como la comida o el acceso a medicamentos que son absolutamente necesarios para superar el dolor", dice Marta Mendiola, de Amnistía Internacional.
Cifras demoledoras más de 400 medicamentos, aseguran, han sido eliminados de la financiación. El tiempo de las listas de espera se ha duplicado, de los 65 días de 2010, a los 115 de 2016.
Patricia lo ha sufrido: "Desde que me noté el bulto en el pecho hasta que empecé en atención primaria, y al final me diagnosticaron el cáncer de mama, pasaron nueve meses".
Entre uno y tres minutos es el tiempo que algunos médicos reconocen pueden dedicar a los pacientes.
"Tienes un cupo en el que podrías ver a 25 o 30 personas y al final están viendo a 35 o 40 personas", denuncia Jesús Sueiro, presidente de la Asociación Gallega de Medicina Familiar.
Un deterioro del sistema sanitario que no se ha recuperado y que se ceba con los más vulnerables. Desde Amnistía insisten en que esta receta equivocada está perjudicando seriamente nuestro derecho a la salud.