Rosa tiene que tomar siete pastillas diarias, esta medicación supone un gasto imprescindible de 100 euros mensuales que no puede pagar con su pensión.

“No podemos prescindir de medicamentos que regulan la tensión, ni de anticoagulantes que le puedan evitar otro ictus como el que tuvo la semana pasada”, explica Verónica Esteban, hija y cuidadora de Rosa.

Verónica ha acudido al médico a pedirle que recorte en lo que pueda, el gasto farmacéutico de su madre. “Lo que hay que hacer es replantearse en cada renovación de tratamiento, los fármacos que más coste efectivo van a tener para cumplir el tratamiento. Si prescribimos un fármaco muy bueno pero no se lo toma porque es muy caro, al final no sirve de nada”, explica Carlos Fluixà, presidente de la Sociedad valenciana de Medicina Familiar.

A Salvador su médico ya le ha cambiado el tratamiento para la diabetes, una medida desesperada al ver que no podía pagar la medicación. “Hay mucha gente que está dejando de tomar medicinas porque no puede pagarlas”, cuenta Salvador Blanco.

La situación se agrava en el caso de los discapacitados. Desde el pasado 1 de febrero, Alicia tiene que pagar cada mes 500 euros por las medicinas de su hija. Padece tres tipos distintos de epilepsia y dejar de tomar un solo medicamento, podría ser mortal para ella.

Ya se han dado casos de pacientes que no compran la farmacia todos los medicamentos recetados, como refleja el descenso en las ventas. “Casi un 25 o un 30%, gente que no quiere llevarse de todo lo que le sale de receta crónica, a veces se llevan dos o tres cuando deberían llevarse seis", asegura la farmacéutica Consuelo LLobell.