Original y único
El orgullo de tener un nombre raro: de Walfrido a Soumaiya
El contexto Aunque lo habitual es tener un nombre común y repetido en muchos lugares, otros tienen uno mucho más original

Resumen IA supervisado
En España, los nombres inusuales pueden generar reacciones curiosas y a menudo requieren explicaciones. Personas como Marta Eligia, que optó por llamarse solo Ligia, o los habitantes de Huerta del Rey, en Burgos, con nombres como Filadelfo y Gláfida, son ejemplos de esta singularidad. En Euskadi y Canarias, nombres como Intza o Iru también destacan. Algunos nombres son comunes en sus culturas de origen, como Soumaiya en Marruecos, mientras que otros son fruto de la inspiración personal, como Hervé, nombrado por un cantante. A veces, los nombres extraños son heredados, como Evelio, transmitido por generaciones. Estos nombres únicos no son motivo de burla, sino parte de una rica diversidad cultural.
* Resumen supervisado por periodistas.
No es lo habitual, pero eso no quiere decir que no haya nombres raros, extraños, que cuando escuchamos inevitablemente pensamos en sus padres.
Ahora bien, lo original es tener uno diferente, aunque cada vez que se presenta con alguien nuevo se tenga que escuchar un '¿cómo?', un '¿puedes repetirlo?' o el mítico '¿de verdad te llamas así?'.
"En realidad mi nombre es Marta Eligia pero hasta los 18 no me puse solo Ligia porque pensaba que nadie me iba a entender", asegura una de las 515 personas que se llaman Ligia en España.
De nombres imposibles de memorizar saben mucho en Huerta del Rey, en Burgos. Un pueblo conocido por tener vecinos como Filadelfo, Ebodio, Gláfida, Walfrido o Bur gun dó fora. Son la singularidad habitual de los pueblos.
Por eso cuando viajamos a Euskadi toca abrir bien las orejas para escuchar nombres como Intza, Itsasne, Garikoitz o Zuhaitz.
Y, en Canarias, hay incluso un juego que consiste en adivinar si el nombre es guanche o de Pokemon. "Mi hermana y todos mis primos mayores y pequeños son nombres canarios: Iru, Ubay, Aray, Aedey, Iraya y Hauche", relata un joven.
Para personas así, presentarse solo una vez es misión imposible y, a veces, no apetece deletrear, explicar o corregir, así que alguna vez se tira de un nombre más común (y por tanto falso).
Aunque un nombre raro aquí puede ser de lo más común en otros lugares. "Mi nombre es Soumaiya es árabe, de Marruecos. Es bastante común en Marruecos del Sahara y muy poco en España", comenta la joven.
Otros nombres son simplemente un momento de inspiración de una madre: "Mi nombre es Hervé viene del francés. Me lo puso mi madre porque había un cantante Hervé Vilar que cantaba 'capri se finí' y me lo quedé".
Eso sí, demasiada inspiración tiene sus cosas: "Yo me llamo Fernanda Fernández entonces es como llamarse Martín Martínez. No hay nadie que dude que mi DNI pone otro nombre".
Y, a veces las historias de los nombres raros también van de tradición, de herencia familiar, como un servidor: "Tú eres la cuarta generación. Desde que a un tío abuelo de mi padre le nombraron Evelio, ha continuado de padres a hijos esta tradición".
Sí, nos llamamos así. No es para que te rías. No es culpa nuestra que ustedes tengan nombres vulgares y aburridos.
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