Cada vez son más los españoles que se suman al equipo de los más comprometidos con el medio ambiente, al club de los recicladores. En 2020, ocho de cada diez españoles (el 82,3%) aseguraron tener varios cubos o espacios destinados a separar residuos para su reciclaje, siendo uno de ellos para los envases del contenedor amarillo: 38,9 millones en total, frente a los 37 millones del año 2019.

Esto significa que dos millones de españoles adquirieron el hábito durante el año del confinamiento, según los datos de un estudio sociológico de Catchment para Ecoembes —la organización ambiental sin ánimo de lucro que coordina el reciclaje de envases en España—. Reciclar es cada día más sencillo y gracias al ejemplo de quienes nos rodean, este hábito aumenta cada año.

"Es algo que se hace de manera automática", asegura Mari Luz en entrevista con esta cadena. Esta leonesa de 29 años vive en Madrid junto a su pareja y para ellos, la clave es disponer de varios cubos de basura para separar los envases, el cartón, los residuos orgánicos o el resto.

Desde Guadix (Granada), Antonio, con 60 años, cuenta los que tiene en su casa: "Cuatro. Al principio, mi mujer y mi hijo me criticaban, pero ya les he acostumbrado: uno de basura orgánica, otro de cristales, uno de cartón y otro para envases", explica este "maniático" del reciclaje, como él mismo se define.

De acuerdo con los últimos datos, cada hogar tiene de media 3,2 cubos o bolsas para separar los residuos y llevarlos así a su contenedor correspondiente. Y esta costumbre de diferenciar los residuos ha provocado que cada vez sean más los ciudadanos que 'aciertan' a la hora de depositar los residuos en el contenedor correcto.

Por ejemplo, el 78,6% de los recicladores afirma asociar y tirar siempre en el contenedor amarillo las botellas, botes o garrafas de plástico, el 69,8% en el caso de los briks y el 66,4% en el caso de las tarrinas o vasos de yogurt de plástico. Sin embargo, todavía quedan cosas que aprender porque aún hay residuos, como los aerosoles (37,1%) y las bandejas de corcho blanco (42%), que no se asocian con el contenedor amarillo.

Y tú, ¿sabes dónde tirar el aerosol del desodorante? Si la respuesta es negativa, siempre puedes acudir a A.I.R-e, el Asistente Inteligente de Reciclaje, un bot que resuelve todas tus dudas. Este simpático robot también nos ha ayudado con las bandejas de corchopán, cuyo destino también es el contenedor amarillo.

Un hábito intergeneracional

Este hábito no tiene edad, ni género, ni procedencia. Es más: está extendido por todos los grupos poblacionales. De acuerdo con el mismo estudio, son los adultos mayores de 55 años quienes más separan sus residuos (un 84,5%), como es el caso de Antonio. Aunque todas las edades lo hacen en un porcentaje similar: los adultos de entre 35 y 54 años (83,9%), los jóvenes de 25 a 34 años (76,4%) y los de 16 a 25 años (76,3%). Los divorciados (88,2%) son los más comprometidos con la separación de residuos domésticos seguidos muy de cerca por aquellos que cuentan con pareja estable (85,5%).

"Solemos pensar que la salud medioambiental depende de las grandes decisiones políticas, pero eso no es así, depende de los pequeños gestos de la ciudadanía", afirma María Eulalia Bermejo, técnica en Medio Ambiente de la Unión de Consumidores de Extremadura (perteneciente a la Confederación de Asociaciones de Usuarios y Consumidores Europeos, CAUCE).

Darle una segunda vida a los residuos es algo tan antiguo como la vida misma, ya lo hacían nuestras abuelas y abuelas. Sin embargo, desde aquellos tiempos, la sociedad ha evolucionado mucho en materia de reciclaje gracias, entre otras cosas, como recuerda Bermejo, al trabajo de difusión de las instituciones y las diversas campañas en medios de comunicación: "Son esenciales para que a los ciudadanos no se les olvide que ese pequeño gesto beneficia al medio ambiente", afirma.

Aunque, sin duda, es la ciudadanía la que día a día, con sus actos, pero también con su ejemplo, hace posible que el hábito de reciclar no deje de aumentar. "Hace tanto tiempo que comencé a reciclar...", evoca Antonio. "Desde el momento en que se empezó a hablar de ello, yo me puse a hacerlo", asevera.

Pero Mari Luz es de otra generación y también hace años que adquirió el hábito: "En el colegio nos dieron unas pautas para saber cómo reciclar: que al contenedor amarillo van los envases de plástico, latas y briks, al verde el vidrio…", explica. "Comencé a hacerlo cuando las comunidades impulsaron el reciclaje facilitando el gesto a las familias, con contenedores más cercanos a los hogares", subraya.

Reciclar con orgullo

Lo que sí está claro es que el objetivo de ambos -y de todas las generaciones- es mejorar el medio ambiente. "Tenemos que ayudar al medioambiente para no sobrecargarlo", dice tajante Mari Luz. "Soy un amante de la naturaleza y me pongo malo cuando veo el estado en el que está en algunos sitios", detalla Antonio.

Sus argumentos coinciden con las razones que dan el resto de españoles que reciclan: el 93,3% de los encuestados aseguran que lo hacen porque "lo consideran importante, aunque otros no lo hagan", en tanto que el 75,4% dice "hacerlo con orgullo".

"Reciclar es un orgullo porque estás apostando por la sociedad en general y cuando participas en un acto que beneficia a todos, es un orgullo", asegura Bermejo, que cree que "no existiría el reciclaje sin la colaboración ciudadana".

Y son los ciudadanos y ciudadanas quienes, además de reciclar, difunden el reciclaje. "Siempre que he convivido con otra gente, o mi pareja, reciclamos. Nunca se niegan", argumenta Mari Luz.

"En mi trabajo lo hago abiertamente, para que lo vean. Reutilizo los folios todo lo que se puede. Si me miran raro, no les presto atención: lo hago con la conciencia muy tranquila", zanja Antonio.