Noemí, una madre de 18 años, ha quedado atrapada en un limbo legal de Nebraska, en EEUU. La joven fue violada en 2011 y se quedó embarazada. Ella decidió tenerla a pesar de todo pero no creía que iba a suceder lo que se encontró después. Ahora se ve obligada a mantener contacto con su violador para dejarle a su hija cuando le toca.

"Ahora tengo que mensajearme o escribir por email a mi violador. Para dejarle a mi hija a alguien en quien no confío. Estoy obligada a verle en un régimen semanal... hablarle de las actividades escolares de mi hija y su salud", explica Noemí.

La joven vive con un miedo contante porque no sabe si puede resultar herida o algo peor: "No puedo decir que es lo que le hará a mi hija", relata en una entrevista a la CNN. Ahora lucha para encontrar una salida a esta situación en la que se siente "atrapada".

Al violador no se le aplicó el primer grado por el delito, sino el tercer grado, diferencia clave para que éste vea garantizado su derecho paternal. Ha conseguido visitas a su hija sin supervisión durante varias horas los fines de semana y dos martes de cada mes.

Noemi explica que aunque pensó en abortar "después de ir al doctor y escuchar el latido del corazón de la niña, era duro decir que no" a su nacimiento, dado que no es culpa de su hija haber sido concebida usando la violencia.