Gil Tamayo ha dicho, en una rueda de prensa para dar a conocer los trabajos de la 40 reunión de la Comisión Permanente, que quería ser respetuoso con las personas que están sufriendo la falta de un hijo, pero ha afirmado que "los niños y las mujeres no tienen precio, tienen dignidad".

Ha admitido que se puede decir que en la gestación subrogada la "mercantilización" es "altruista", pero "solo las cosas tienen precio y un hijo no es un derecho, ni es un deseo, es un don". El portavoz de la Conferencia Episcopal ha reconocido que hay casos de mujeres que acceden a esta práctica en países desarrollados, pero también casos en países con condiciones económicas más precarias, en los que se viven "auténticas situaciones de explotación".

La iglesia entiende y acompaña el dolor de los matrimonios que no pueden tener hijos y les anima a vivir el deseo natural de la fecundidad, orientándolo a la adopción y la acogida de personas con dificultades, ha argumentado.

Por ello, ha pedido que las leyes y los acuerdos entre países sean flexibles y ofrezcan garantías a las familias que no puedan tener descendencia biológicamente, a través de cauces rápidos. Gil Tamayo ha explicado que tanto si se paga el servicio de la gestación subrogada como si no se hace, "contraviene el orden natural de la procreación humana".

El recurso al "vientre de alquiler" no cura la infertilidad, sino que trata de proporcionar un medio alternativo que la Iglesia considera "no lícito" en coincidencia con otras instituciones sociales y políticas de diverso signo.