Kiara Cummins murió con 14 días de vida en Dewsbury, Reino Unido, a causa de un herpes contagiado a través de un beso. La pequeña perdió peso de manera repentina y una septicemia provocó que los médicos la indujeran a un coma.

En el Reino Unido, uno de cada 100.000 bebés está afectado por el herpes, un virus que puede ser mortal en us caso por la falta de maduración en el sistema inmune.

Su madre, Kelly Ineson, ha difundido su historia para advertir sobre el peligro de las transmisiones infecciosas a bebés: "Nunca en mis peores pesadillas imaginé que un beso podría matar a mi bebé y no quiero que otros padres pasen por eso", ha asegurado al 'Daily Mail'.

Los padres de la menor han asegurado que siempre tuvieron extremado cuidado con la niña, para evitar que se contagiase de cualquier enfermedad.

En el caso de Kiara, la infección no solo afectó a la boca o a la piel, sino que se propagó por sus órganos, produciendo que sus riñones dejaran de funcionar y acabando con su vida. Mientras que tan solo uno de cada tres adultos presenta síntomas, los herpes pueden causar la muerte a los neonatos.