El 16 de octubre, antes de ser detenido, Bretón llamó a Ruth Ortiz, cariñoso, tanteándola y  nada más colgar, un minuto después, y con el peso de la desaparición de sus hijos encima, volvió a coger el teléfono para flirtear con Conchi, una antigua amiga que hace años que no veía.

Al día siguiente, en la fecha de su detención, volvió a llamar a su expareja. Ella le preguntó, de nuevo, por los niños. Él le dió a entender que no los tenía. También el 17 de octubre, desde la comisaría y antes de ser detenido llamó a su amigo floren, guardia cicil, anunciándole que creía que iba a ser detenido.

La preocupación de Bretón ya se palpaba en sus llamadas desde días antes. El 12 de octubre se imaginaba lo que se le venía encima y se puso en contacto con una amiga abogada pidiéndole que le buscara un colega para que le llevara el caso. Ya se sentía perseguido.