Una niña de 10 años, completamente sana, se fue de viaje a Brasil con su familia, donde estuvo jugando en una pocilga sin usar zapatos ni calcetines, y volvió con los pies llenos de unos tremendos puntos negros.
Tras más de una semana sufriendo fuertes picazones en la planta y los dedos de los pies, sus padres la llevaron a una clínica de atención primaria. Los médicos le retiraron los múltiples huéspedes y todos los huevos que habían puesto en las ampollas que le brotaban de la piel y le diagnosticaron tungiasis. Con el tiempo y sometiéndose a un tratamiento especial, la niña se recuperó de todas sus heridas.
La tungiasis es una infestación de la piel causada por la hembra de la pulga de arena Tunga penetrans, un ectoparásito que se encuentra en todas las zonas tropicales y subtropicales del mundo. Estas pulgas se incrustan en la piel, especialmente en la de los pies, causando dolorosas heridas, informa The New England Journal of Medicine.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las lesiones de la tungiasis se producen en los pies, siendo los dedos, la suela, el borde lateral y el talón sus sitios predilectos para hospedarse. Prospera cuando las condiciones de vida son precarias, como en las aldeas ubicadas en playas remotas, las comunidades rurales o los barrios marginales de las grandes ciudades.
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