El vídeo que acompaña a estas líneas relata las historias de Guillermo y Julia. Ambos fueron bebés prematuros. El primero, Guillermo, es ahora un adolescente de 1.90 metros, pero cuando nació no pesaba más de 700 gramos. En su caso, una infección adelantó el parto en el quinto mes de embarazo. Es lo que se denomina un prematuro extremo.
Con mucho trabajo y, pese al mal pronóstico inicial, las secuelas de Guillermo apenas son visibles después de un duro camino de altibajos y operaciones. La atención médica en el preparto y la mejora de las técnicas que se usan garantizan, cada vez más, su supervivencia.
A su vez, Julia nació con 24 semanas, pero la lucha de sus padres, la suya propia y los controles médicos consiguieron que Julia creciera como una niña sana. "La superviencia en niños prematuros se ha incrementado en los últimos 20 años", apuntaba ya en 2013 Enrique Criado, neonatólogo del Servicio de Pediatría del Hospital Clínico Carlos.
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Se solicita colaboración ciudadana
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