Los sanitarios que se enfrentaron por primera vez en España al coronavirus no olvidarán lo que sintieron al contactar con el primer paciente. Myriam fue la primera médica en realizar el diagnóstico clínico, desde el apartamento turístico en el que se encontraba el turista infectado.
Lo que sintió, dice, fueron nervios y un poco de angustia. "Estábamos todos en pañales e íbamos actuando con el sentido común". Enfrentarse a esa situación fue todo un reto porque solo habían pasado unos días de la publicación del protocolo ante un posible positivo. Eso se sumaba al escaso conocimiento que había de la enfermedad en ese momento.
La médica reconoce que entre sus inquietudes estaban la de no contagiarse y la de encontrarse a un paciente que estuviese en buen estado. En esa tarea contó con la ayuda de una enfermera alemana, que además pudo hacer de traductora.
Cuando se puso en marcha el rastreo de contactos, fueron los agentes de la policía local los encargados de esa labor. Entonces no existía el papel de "rastreador".
El paciente abandonó el hospital tras una larga cuarentena. En el centro recuerdan cómo el miedo al contagio repercutió en el comportamientos de los ciudadanos de la Gomera: "Bajaron mucho las urgencias y las consultas externas", explica un médico.
Tras los dos resultados negativos que obtuvo el primer paciente, la despedida fue sin mascarillas, aunque a partir de ese momento el centro, cuentan, empezó a recomendarla a todo aquel que cruzara estas puertas. El protocolo empezaba a coger forma.
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