Los vecinos de Sigüés, en Aragón, luchan contra su particular 'muro de la vergüenza'. Una construcción ideada para paliar el riesgo de inundaciones por la ampliación del pantano de Yesa, que, sin embargo, no cumpliría su función y ha causado un daño medioambiental, patrimonial e histórico irreparable.

Así lo denuncian vecinos como Teresa Iglesias, para quien el muro de más de 30 metros de altura que rodea la localidad aragonesa "es un crimen". La Confederación Hidrográfica del Ebro finalizó su construcción el año pasado y, para hacerlo, se expropiaron terrenos y varias de las viviendas del pueblo.

Teresa es una de las afectadas y ha perdido la mayoría de sus propiedades, embargadas por un muro que no además no cumpliría el objetivo de proteger al pueblo de un potencial desbordamiento, según denuncia Víctor Iguacel, portavoz de la Plataforma Río Aragón.

Según explica, el muro "tiene una cota más baja que la de la presa del propio embalse", por lo que, "en caso de producirse un problema, por donde desbordaría el agua sería por este muro, pudiendo afectar material y personalmente a los vecinos del pueblo". Así, para Iguacel este muro supone "un desastre paisajístico, ambiental, ecológico y un despilfarro de dinero público".

Para mitigar las críticas, la Confederación ha prometido un plan turístico con una piscina dentro del muro y un lago en su exterior, una propuesta que no convence a Iglesias ni a Iguacel.

El proyecto de recrecimiento de Yesa nació con 117 millones de euros de presupuesto y 2007 como fecha de finalización. A día de hoy, el presupuesto ha ascendido a 550 millones y la perspectiva, de acuerdo con Iguacel, es que "es bastante probable que la obra no llegue a concluir nunca".