La pequeña de siete años, Georgia Fieldsend, sufría un problema cerebral que le obligaba estar conectada a una máquina de respiración artificial. Georgia sufrió un ataque mientras se encontraba junto a su familia de viaje en Sharm-El sheikh, Egipto. A pesar de que la niña fue trasladada a un hospital británico, los médicos no pudieron hacer nada para salvarle la vida.

Georgia Fieldsend

Lo sorprendente de esta historia es que los padres Ilse y James Fieldsend decidieron trasladar el cuerpo de su hija a su domicilio y esperar allí hasta su entierro. "Sé que algunos piensan que lo que hicimos fue impactante, pero para nosotros tenía sentido", asegura su madre en unas declaraciones de 'Telegraph'.

La familia Fieldsend

“Los directores de la funeraria comprobaron la temperatura de su habitación, me dijeron que tenía que estar fría para preservar mejor su cuerpo", cuenta la madre de la pequeña. “Estaba preocupada de que estaba haciendo algo peligroso o insalubre pero era invierno, y con su puerta de la habitación cerrada y la ventana mantiene abierta, dijeron que estaría bien. Su cuerpo estaba frío, pero se veía y se sentía como mi niña “.

"El cuerpo de nuestra hija nos pertenecía a nosotros, no a un depósito de cadáveres. Tenerla en casa nos ayudó a afligirnos", asegura Ilse, por ello, decidieron que su hija debía estar en su casa. Antes de abandonar el hospital los padres tomaron una última decisión y donaron varios órganos de su hija que ayudó a salvar la vida de cuatro personas.

Joshua y Georgia, el día de fiesta

La madre preparó su funeral y a los once días la pequeña fue enterrada. Ilse Fieldsend ha decidido contar ahora su historia porque su hija habría cumplido siete años, la mujer está promoviendo campañas para que los ciudadanos se conviertan en donantes de órganos.