Tracey Keers, de 33 años, murió por un cáncer de mama pocos días después de que le tuvieran que hacerle una cesárea debido al avanzado estado de la enfermedad, cuando estaba en la semana 28 de gestación, según informa el diario 'Metro'.
Steven, declaró que Tracey, que trabajaba en la Universidad de Durham, fue diagnosticada por primera vez con cáncer de mama en 2016. Se sometió a una mastectomía, seguida de quimioterapia y radioterapia.
"Se quedó embarazada y estábamos absolutamente eufóricos porque no pensamos que eso sucedería", asegura Steven. Sin embargo, la alegría de la pareja duró poco, los síntomas de su enfermedad volvieron. Tracey comenzó a tener fuertes dolores de cabeza. Cuando estaba de 24 semanas, los médicos le dieron la noticia devastadora de que su cáncer era terminal.
"Le dieron de tres a seis meses pero, Tracey nunca se dio por vencida y siempre peleaba", destaca Steven. Cuatro semanas más tarde, Tracey comenzó a tener convulsiones y los médicos necesitaron practicarle una cesárea para salvar la vida de su bebé. "Dijeron que tal vez no despertara de la cesárea, pero afortunadamente lo logró", dice Steven.
Poco más de una semana después, la pareja se casó en el hospital, en presencia del hijo de ambos, Kieran, de siete años: "Quería hacerlo lo más especial posible para ella, así que me puse en contacto con amigos y tuvimos la habitación decorada". Días después de la improvisada ceremonia, Tracey falleció. "No se lo merecía. Ella solo quería vivir", señala su marido.
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