Un muerto, varios contagios de COVID-19, tres denuncias por violación y mascotas fallecidas por inanición. Ese es el triste balance de la rave ilegal que ha concentrado a 10.000 personas desde el pasado sábado a las orillas del lago Mezzano, en el centro de Italia.

"No nos han puesto ningún límite, solo que nos divirtamos", explica uno de los asistentes a la fiesta de música electrónica improvisada, pero que ha acabado en las peores circunstancias y sin ninguna posibilidad de las autoridades para intervenir.

Los cinco días de fiesta se han saldado con un muerto -un joven de 25 años encontrado en el agua- y numerosas quejas de los vecinos. Las caravanas rodeaban el lago y se extendían casi hasta el horizonte, para disgusto de los oriundos de Valentano, un pueblo en las cercanías, que se han visto desbordados.

"Nos hemos encontrado desamparados ante esta situación. Sin ningún tipo de autoridad ni capacidad para intervenir", ha reconocido enfadado el alcalde del municipio.

La fiesta ha terminado bajo la estricta vigilancia de los Carabinieri, que se desplazaron por centenares para supervisar el fin del festejo. "Queremos la música, divertirnos", decía todavía un joven con ganas de fiesta, al que la rave le ha sabido a poco.