Germán estudiaba informática y le gustaba la música. Un día como hoy de 2007 cogió el coche para viajar con su novia a Portugal.

Habían llegado las ansiadas vacaciones. "Mi hijo cerró los ojos unos instantes y eso fue suficiente para salirse de la carretera y matarse", cuenta Fernando Muñoz, padre de la víctima.

El sueño de conocer Lisboa terminó en un drama. "Sabía que se había ido feliz y contento y lo siguiente que supe de él era que se había muerto, fue un palo enorme", añade su padre.

Israel es un superviviente, otro de los que pretendía desconectar. Se iba con su familia fuera de Madrid y fue un golpe duro, demoledor e inesperado que le cambió los planes y la vida.

"Me quedé dormido durante un segundo, era un momento muy feliz para nosotros y terminó en accidente", recuerda. Cuatro años después del siniestro, sigue de baja laboral. "Me es muy difícil caminar y siempre recuerdo lo que pasó", destaca.

260 personas han muerto en accidentes de tráfico y 940 resultaron heridas entre julio y agosto de 2018; esto significa que una persona falleció cada seis horas el verano pasado.

El teléfono móvil es el enemigo principal de las carreteras porque una persona que responde un mensaje se distrae y puede matar.

Una víctima de un conductor imprudente fue el hijo de María Ángeles, en Granada. "Sabemos lo que llevamos en las manos, pero todos tenemos la prepotencia de que 'a mí no me pasa'", dice su madre.

Un dolor, irreparable. "Esto no se supera jamás en la vida", lamenta su madre. Para que estas historias no se repitan, máxima precaución al volante.