Un niño de cuatro años ha muerto arrollado en Nicaragua tras hundirse en un hueco del suelo del transporte urbano de la capital, Managua.

Según los testigos, el pequeño, que viajaba junto con su abuela, se disponía a ocupar un asiento junto a la ventana del autobús y no vio que en el espacio para los pies había un agujero, por el que se hundió, sin tiempo para pedir al conductor que frenara.

El dramático incidente ocurrió el miércoles en una carretera del este de la capital nicaragüense, frente a la sede del Ministerio de Salud. La abuela del niño sufrió un shock nervioso y tuvo que ser atendida en la calle por personal del Ministerio.

El autobús donde ocurrió el trágico suceso había sido donado por Rusia la pasada década para modernizar la flota del transporte urbano colectivo de Managua. El vehículo en cuestión realiza una ruta que utilizan los estudiantes de cuatro de las universidades más grandes de Nicaragua.

La muerte del menor ha despertado la indignación en el país, donde los desperfectos en los autobuses son habituales. La Policía Nacional ha anunciado que investigará el caso. La mayoría de los autobuses del transporte público que circulan en Managua proceden de donaciones rusas realizadas entre 2007 y 2013 y otros comprados a México.