La lucha del menor comenzó en 2014, cuando a la vuelta de unas vacaciones empezó a mostrar síntomas de cansancio, dolor de estómago y moratones en la piel. Fue entonces cuando los padres le llevaron al hospital y se le detectó leucemia.

El tipo de leucemia que el niño padecía era linfoblástica aguda infantil de nivel medio, un tipo de cáncer que causa que el cuerpo produzca linfocitos de forma masiva, algo que impide hacer frente a las infecciones.

Desde que le detectasen al menor el cáncer, los padres iniciaron una campaña para conseguir un trasplante de médula compatible con el niño. Gracias a esta campaña, el niño fue trasplantado en hasta tres ocasiones, aunque ninguna con éxito. Finalmente, sus padres comunicaron la triste noticia de su fallecimiento.