¿Qué tienen en común Manolo Escobar y Mariano Rajoy? Quizá haya muchas cosas, pero una de las más evidentes es que ambos han pronunciado con arte eso de "¡Viva el vino!".

Sin embargo, los estudios comerciales afirman que el grito de guerra de la gen Z será más bien "¡Viva el vino sin alcohol!". Y es que, según un estudio comercial, el 58% de los jóvenes menores de 34 años busca reducir la ingesta de bebidas espirituosas.

Y ahí es donde llegan las marcas dispuestas a satisfacer nuevas necesidades. En España, menos de una decena de bodegas producen su propio vino sin alcohol. Win, de Matarromera, en Valbuena de Duero (Valladolid) es una de ellas. Allí nos aclaran que no, no es mosto. Tampoco zumo de uva. La cosa tiene bastante más enjundia.

María Sevillano García, responsable de Win, nos explica que primero se eligen las uvas que menor grado de alcohol van a tener y después se elabora el vino que posteriormente se desalcoholiza. Un proceso en el que no se hierve, sino que se utiliza la presión para eliminar el alcohol a temperatura ambiente "protegiendo las condiciones del producto inicial".

Empezaron a hacerlo en 2008 y, hoy por hoy, los vinos sin alcohol suponen el 40% de su venta online. La mayor parte de estas botellas acaban en el extranjero: Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Dinamarca...

Pero... ¿a qué sabe?

Para responder a eso, lo mejor es que lo cate un sumiller. A Marco Rivas le sobra tiempo para saber cuáles de los vinos que le ponemos delante no tienen alcohol. Los nota más suaves y algo más dulces. "Para la gente que no pueda tomar alcohol puede ser algo atractivo", asegura.

A la hora de tomarlos hay que tener en cuenta la temperatura. Un tinto normal se sirve a unos 16ºC. Uno 'sin', a entre 6ºC y 9ºC. En el caso del blanco sin alcohol, entre 4ºC y 6ºC estaría perfecto.

Y ahora sí, brinden si quieren. Da igual si después hay que conducir.