Un millón y medio de alumnos catalanes vuelven hoy a las escuelas e institutos en un inicio de curso marcado por la COVID-19, que impedirá los abrazos de reencuentro y obligará a los estudiantes a acceder a las aulas de forma escalonada, con mascarilla, las manos lavadas y la temperatura tomada.

En este primer día del curso 2020-21 solo habrá dos escuelas que permanecerán cerradas por sendos positivos de coronavirus entre el personal docente: la Joan Juncadella de Sant Vicenç dels Horts (Barcelona) y la Ridolaina de Martinet i Montellà (Lleida).

La premisa de los 'grupos burbuja', clave

El resto pondrán a prueba sus planes de apertura, que se adaptan a la realidad de cada centro bajo una premisa común: los alumnos se tienen que mover en "grupos burbuja", siempre con los mismos compañeros, para facilitar el aislamiento si hay algún positivo de COVID-19.

Si pese a estas precauciones se dan dos casos positivos o más en un mismo edificio de un colegio e instituto, se suspenderán las clases presenciales durante al menos quince días para frenar el brote.

Los comedores escolares seguirán abiertos

Desde la Generalitat se ha garantizado que, aunque no haya clase, los comedores escolares seguirán abiertos para los alumnos vulnerables. Los expertos recomiendan que los grupos estables sean como máximo de 20 alumnos en primaria y de 30 en secundaria, una ratio que no se cumple en el 30% de los grupos en Cataluña.

Este es uno de los motivos de queja del personal docente, que considera que no se están dedicando suficientes recursos para asegurar un inicio de curso seguro. Por ejemplo, los sindicatos consideran insuficientes las 8.162 nuevas contrataciones hechas para este curso -5.321 docentes-, porque calculan que hacen falta 40.000 personas más.