Trascurre un día de normalidad y fluidez en el Aeropuerto del Prat. Sin embargo, los pasajeros han sido precavidos y son muchos los que han ido con considerable antelación al aeropuerto de Barcelona. "Teníamos miedo de perder el avión", señala una viajera.
Coinciden todos en que no les ha dado la sensación de que sea el primer día de huelga indefinida de los trabajadores de seguridad, pues los controles han transcurrido con normalidad y esperas cortas.
Nada que ver con la imagen del último parón de los trabajadores del viernes pasado, cuando los controles estaban colapsados. Los servicios mínimos del 90% y la presencia de cuatro Guardias civiles en cada arco de seguridad lo ha hecho posible.
Así lo ven, al menos, en la Generalitat de Cataluña. "En el momento que empezó a entrar la Guardi Civil, ha funcionado. Es lo que decimos nosotros: la Guardia Civil, en lugar de hacer otras cosas en Catalunya, que haga lo que tiene encomendado hacer", ha señalado Josep Rull, conseller de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat.
Cumplen con la decisión del Gobierno, una orden que a los trabajadores de Eulen parece no gustarle. "Las personas que están en huelga les miran con resquemor", ha asegurado Francisco Benito, presidente nacional de la Asociación Española de Guardias Civiles.
Sin embargo, los vigilantes dudan de que su única función sea garantizar la seguridad. "Parece que las órdenes son hacer presión a los vigilantes, no dejarlos vivir", ha criticado Joan Carles Giménez, asesor del comité de huelga de Eulen, en el programa Al Rojo Vivo. A los que lo sufren les parece bien. Y ahí se van a quedar, ha dicho el ministro de Fomento, hasta que acabe el conflicto.
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